Es el don de vivir en armonía con nosotros mismos, y con el prójimo.
Quien pierde la alegría, acorta sus días.
Además, es un factor muy importante en nuestras vidas ya que nos ayuda a seguir luchando por nuestras metas y objetivos. Por eso, aunque nuestros pesares, temores, angustias y soledades envuelvan nuestros corazones, las riquezas del alma están siempre a mano. La esperanza, la solidaridad, el amor y la alegría son posibles, aún en las más crudas realidades.
La Paz no es únicamente la ausencia de guerras sino que está íntimamente ligada con la garantía y el compromiso de un sistema más justo, donde primen la igualdad de oportunidades y la satisfacción de las necesidades básicas tanto materiales como inmateriales.
Por ello reafirmamos que es una contradicción hablar de igualdad de derechos y garantías cuando no todos tenemos las mismas posibilidades de ejercerlos, y renovamos nuestro compromiso de construir un camino de Paz forjado en la justicia, la dignidad y la esperanza.
El deseo de todo padre y todo niño es crecer en un mundo tranquilo donde haya paz, bondad y amor, porque en el mundo de hoy el hombre se ocupa nada más que de sí mismo. Vivimos en la supremacía del tener sobre el ser, en la que cada persona se dedica sólo a su propio bien y no al bien común. Por lo tanto para vivir en paz debemos mejorar nosotros y dar el ejemplo; de esa manera podríamos concordar con otras personas para seguir juntos el camino de la paz
Pero siempre debemos recordar ante todo que la bondad nació de alabar a Dios. Por lo tanto siempre debemos decirle:
Sí a la comprensión. Sí a la fe. Sí al amor, y por lo tanto sí al perdón. Estas, entre tantas otras cosas dan lugar a la bondad.
El poder, la ambición, la envidia y el egoísmo atentan contra la Paz; por ello debemos cultivar y difundir la generosidad a fin de terminar con la exclusión y la marginación. Los seres humanos necesitamos no sólo pensar en nuestro propio bienestar, sino también en el de los demás.
Necesitamos vivir todos unidos, sin discriminar, y ayudando al prójimo sin esperar nada a cambio; de este modo el valor de la generosidad se propagará y podremos así lograr una paz real y definitiva para las generaciones presentes y futuras.
Todos los seres humanos tenemos un mismo origen; por eso, a pesar de las distintas ideologías merecemos ser tratados de la misma manera, aceptando las diferencias de cada uno como parte de la diversidad de la vida. Lograr, a partir de esto, una sociedad tolerante que tenga como objetivo común integrar a cada individuo como un ser único e irrepetible, con sus sentimientos, pensamientos, virtudes y defectos. Capaz de manifestarlos libremente, a pesar de diferir con otras opiniones, y así concretar nuestra meta: vivir en paz
Si compartimos, podemos escucharnos e intercambiar ideas; si aceptamos las diferencias podemos respetarnos y relacionarnos en forma armónica, pero necesitamos el compromiso de todos para la existencia de paz en el mundo.
La actitud de cooperar nace de uno mismo. La cooperación comienza en la familia y de allí se difunde hacia el resto de la sociedad. Si juntos actuamos de la misma manera podremos aunar pensamientos, ya que los esfuerzos compartidos dan mejores resultados, porque las dificultades compartidas tienen prontas soluciones, porque los desafíos compartidos son más factibles. Compartir es cooperar y si compartimos la tristeza nos sentiremos mejor y si compartimos la alegría seremos realmente felices y libres.
Todos pensamos que la paz es el fin que buscamos y debemos encontrar el camino para ello. Existen diversos caminos para alcanzarla; uno de ellos es la honestidad.
Honestidad implica la sinceridad, actuando con la verdad; reconociendo nuestros errores y viviendo una realidad presente para ser aceptada por las demás personas.
La verdadera honestidad es aquella que surge de nuestro interior. Respetándola y poniéndola en práctica con los demás y con uno mismo alcanzaremos así ese sueño tan preciado: una sociedad fundada en los valores. Ese estado tan maravilloso sólo podemos alcanzarlo si aprendemos que todos somos iguales. Deberíamos olvidar las ideas que nos llevan a la separación, tratarnos con honestidad y respetándonos por sobre todas las cosas.
Para lograr llegar a este valor necesitamos partir desde el autorrespeto, evitando juicios, aceptando las diferencias, considerando y teniendo en cuenta a todos, en un aprendizaje permanente.
Lograremos esto actuando con amor, siendo conscientes y buscando el bien para todos.
Es necesario comprender que el mundo de paz no es otro mundo, sino el mismo con otra perspectiva. Para lograrlo, cada uno debe vivir en comunión; esto implica salir de nosotros mismos sin olvidar quiénes somos y hacia dónde vamos, colocándonos en el lugar del otro, confirmando así aquello que nos caracteriza.
Comprender que a pesar de las diferencias, somos todos iguales y seguimos un mismo camino.
Si compartimos, podemos escucharnos e intercambiar ideas; si aceptamos las diferencias podemos respetarnos y relacionarnos en forma armónica, pero necesitamos el compromiso de todos para la existencia de paz en el mundo.
El amor está en todo y en todos.
Sólo tenemos que descubrirlo, y al hacerlo, manifestarlo de manera armoniosa, sincera, caritativa y mutua, para que con el compromiso de todos logremos la paz del mundo.
La Paz no es únicamente la ausencia de guerras sino que está íntimamente ligada con la garantía y el compromiso de un sistema más justo, donde primen la igualdad de oportunidades y la satisfacción de las necesidades básicas tanto materiales como inmateriales.
Por ello reafirmamos que es una contradicción hablar de igualdad de derechos y garantías cuando no todos tenemos las mismas posibilidades de ejercerlos, y renovamos nuestro compromiso de construir un camino de Paz forjado en la justicia, la dignidad y la esperanza.
La paz empieza desde uno mismo, desde las pequeñas cosas. Luego uno la transmite a la sociedad.
No sirve hablar, tenemos que hacer. Así la paz se irá transmitiendo y permanecerá por siempre
En Buenos Aires, a los 19 días del mes de setiembre del año 2000.
1er. Congreso del Mercosur por una Cultura de Paz.